Aranjuez (A.P.) |
El Túnel del Metro se Llena de Acuarelas
Las esposas de la noche regresan
es la hora de pecados y de canallas.
Se marcha el último tren dejando atrás
camisas de flores y mochilas desgastadas.
Avanza el silencio del hilván que se aleja,
un vagabundo murmura palabras encriptadas
“Nada de lo humano le es ajeno” -Lo leyó de Terencio-,
hoy tampoco ha llegado la chica que sueña.
Se oyen los golpes de una escalera mecánica,
también su abuelo fue piloto,
de ascensores -recuerda-,
a veces se detiene y habla
como sorbiendo los besos de una dama
y arrastra su equipaje con ruedas
hasta llegar a un requiebro sin salida,
un pajar donde acostar las ojeras.
Los pasillos parecen llenarse de dioses muertos,
una música camina descalza
sobre las cuerdas de una guitarra.
Con un pincel dibuja garabatos
son sus sueños de acuarela.
Desfilan mis pensamientos,
las horas y las palabras quietas,
yo también estuve perdido.
Cojo mis alas y salgo de este rio,
dejo el barro y tomo aliento,
camino escondido en mi disfraz,
mi sombra se rompe con las farolas,
nada evita este vaho amargo y herido.
En la noche un gato se aleja sin mirar atrás.
La esposas de la noche regresan junto al olvido.
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Precioso papá ❤️
ResponderEliminarBonito complemento al poema el comentario que le sigue, solo con dos palabras, de tal palo.......
ResponderEliminarAlberto, precioso el poema, eres un gran poeta
ResponderEliminarNo es porque lo diga tú hija
ResponderEliminarEs que es precioso. Sigue escribiendo y no perderemos un poeta