Irracional

 (Microcuento)

Sin título J.J. Expósito

3 de mayo de 2024:    

Un hombre sin cabello, imberbe y sin cejas sale del hospital.

    Una mujer, su mujer, le ofrece una preciosa criatura y la deposita en sus manos mientras le indica que la espere, ahí, mientras ella va a buscar un taxi.

    Al lado de la puerta giratoria y entre la muchedumbre hay una joven apoyada en una pared, inmóvil, pálida, cabizbaja, quizá mareada. El hombre sin cabello se acerca a la muchacha y le pregunta si se encuentra mal, ella le responde que vive cerca, nada más girar la esquina, no debe preocuparse porque enseguida se sentirá mejor pero él, agradecido a la nueva oportunidad que le da la vida, se ofrece para acompañarla hasta su portal.

    Al girar la calle pasan junto a un grupo de jóvenes que sin ningún pudor la increpan y la acosan con palabras que ellos creen graciosas, halagadoras y bien intencionadas, ella se agarra al hombre intentando ignorarles.

    Ante el desdén de la joven las voces y las grotescas risas se suceden, entre el espectáculo bochornoso se escucha a uno de ellos:

    -¡Mira... pero si a la señorita le gustan los viejos y calvos y seguro que también le gustan los maricones!.

    Lejos de amedrentarse la chica oculta el temblor de sus labios y se dirige a ellos con voz burlona y señalando al bebé:

    -Sí, pero mira, con esos como tu dices se hacen cosas tan lindas y hermosas como esta.

    El hombre mantiene el paso, lleva al pequeño en la cuna de sus brazos, de repente siente una mano en su espalda.

    -¡Eh! Tú...

    El padre se gira y ve como un puño se le acerca a la cara.

    Apenas unas décimas de segundo y se encuentra con un golpe que le aturde, pierde el equilibrio y se cae, durante la caída aprieta a su pequeño contra el pecho y trata de caer de espaldas para proteger a la criatura.

    Quizá transcurre un segundo más cuando vuelve a sentir un fuerte porrazo pero esta vez en la nuca.

    Un vaho llena sus ojos y se le enturbia la imagen de su niño.

    Tan solo han pasado dos segundos y todo se apaga, para siempre.   

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