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Contra el cruel y miserable genocidio que Israel y sus cómplices ejercen sobre el Pueblo Palestino. Miserables los que lo aplauden. Por el derecho de los palestinos a existir en su tierra y a decidir su propio futuro.

viernes, 30 de junio de 2023

Salustiano. Agosto del 36

 (Poema)

Salustiano Posadas

Mi abuelo Salustiano "in memoriam" 

     Satisfecho llegó al hogar y con una sonrisa anunció a su mujer e hijos que le habían nombrado Presidente de la Casa del Pueblo de Guijuelo, el lugar donde habitaba.

    -Ten cuidado mi amor, eso nos puede traer la ruina a esta casa- presagió mi abuela, sin embargo estaba orgullosa de que Salustiano Posadas Chapado perteneciera a una institución tan noble, no solo política y sindical si no también cultural, de alfabetización, recreativa, asistencial y social.

     En la segunda semana de agosto de 1936 un “mal intencionado” señaló el nombre de Salustiano, músico de dulzaina en las fiestas y maestro albañil, a los fascistas de yugo y de flechas.

    Algún amigo aconsejó a Salustiano que se marchase de allí durante unos días pero su padre y su mujer le dijeron que no siendo culpable de nada no tenían nada de qué acusarle. Él decidió quedarse con los suyos.

    Pero no fue buena idea, una noche "mientras cenaban unas lentejas", unos pistoleros de camisa azul se presentaron y sacaron a la calle a Salustiano, a su mujer Gaspara y a sus hijos Carmen, Lorenzo, Eusebio y Consuelo, por entonces Salu estaba en el vientre de mi abuela pendiente de nacer.

    -¿Dónde están las armas?- les increparon, pero solo había algunos periódicos obreros y un manojo de libros que rompieron y quemaron en la puerta delante de toda la familia.

    Sin nada que pudiera justificar la acción se lo llevaron preso a un calabozo en unas dependencias próximas a la iglesia del pueblo, junto a otras cinco o seis personas.

    Entre los que le acompañaban en el calabozo estaban también el padre de Aurelio (Carpintero) y el de Los Barritos (Albañil).

     Una tarde su esposa le llevó la cena al calabozo y este le entregó su reloj de bolsillo diciéndole que ahí no le haría falta. -“¡De esfera blanca y números azules!”-, me contaba Lorenzo, mi padre. A la mañana siguiente cuando mi tia Carmen, la hija mayor, fue a llevarle el desayuno él ya no estaba.

    La institución municipal y la guardia civil, saltándose toda legalidad existente y respeto a la humanidad, estaban siendo conocedores y cómplices de ese atropello y detención ilegal, así como del posterior "paseo o saca" que llevaron a cabo los falangistas.


In memorian de Salustiano.

Él y ellos, qué delito cometieron, -me pregunto-

esposos, padres, vecinos, obreros y compañeros.

¿Por qué se los llevaron?

¿Nadie escuchó el silencio temeroso de su niño?

¿ni el grito de su esposa ni de tantos?

Acaso ¿no se olía la tierra escarbada con las manos?.

 

Sus brazos como ramas desnudas de árbol,

erguidos apuntando al cielo, valientes.

¿Qué será de los míos? -pensaron-

mientras que las balas bendecidas entre tapia y cuneta

dejaban en la canícula

los corazones perforados.

 

A su niño le hicieron hombre

con apenas siete años.

Qué poco duró su gozo,

la vida temprana ya amargaba,

con el pecho arañado arrastrará el miedo,

su sangre quedará teñida de ira y de rabia.

 

¡Que nadie hable de no abrir heridas!

sabed que no se cerraron por estar enterradas.

Para los inocentes no hubo campo santo

nadie ofreció alivio a los suyos, ni esperanza.

las manos se apretaron desnudas

en un invierno que ciñó sus almas.

 

Vosotros, cómplices por silencio ¿habláis de patria?  

Sabed que izáis una bandera de llagas,

Sabed que bajo dos palmos de tierra

quisieron robarnos hasta el recuerdo.

Pero… ¡si hasta su propia vergüenza vendieron

y desgajaron sin pudor toda inteligencia!

 

¡Que callen los ecos de las manos asesinas!

Antes del perdón descenderán por la ciénaga

hasta el séptimo averno,

habitará en sus tumbas la sombra oscura

de un alacrán negro

y habitará la vergüenza en sus venas

hasta después de bien muertos,

sus apellidos serán despojos en el tiempo.

 

Mis antepasados no mienten,

este es el relato encendido

frente a la lumbre de una hoguera,

es el recuerdo de las madres futuras

que cabalga en el cuenco de sus vientres.

Flores blancas batidas con su aliento

donde hierven bellos los estambres

y en sus pistilos germinan orgullosos

los frutos de la verdad.

 

Ha fracasado el olvido,

estamos los hijos de aquél niño que no lloró

y los de las entrañas de aquella esposa que sí gritó.

Del desgarro mana a borbotones lo que somos,

como hierba en primavera

las silenciadas voces estallan.

 

Cementerio de Martinamor -Salamanca.(A.P.)
    El amanecer del diez de agosto de 1936, entre la tapia del cementerio de Martinamor (Salamanca) y la cuneta, fueron ejecutados dieciocho hombres, dos de ellos con 18 y 19 años, trabajadores, padres, hijos, todos inocentes.

    El delator también sirvió para trasladar a los presos a la tapia de fusilamiento, era un vecino que días más tarde se enorgulleció de su cobarde hazaña.

    Gaspara, mi abuela, junto a la madre de Aurelio y a otras dos mujeres se acercaron al lugar donde les dijeron que podrían encontrar a sus seres queridos. Fuera de si escarbaron la tierra con las manos de la misma manera que ellos hicieran unos días antes.

    Un cura de alzacuello que por allí estaba les dijo a las viudas que no había que temer porque estuviesen enterrados fuera del campo santo, él, el cura, como muestra de su piedad y fe explicaba que puso unas sotanas viejas por debajo y por encima de los ejecutados para que no estuvieran en contacto con la fría tierra. ¡...!

    El niño, su niño Lorenzo tenía siete años y acompañaba a su madre, entre sollozos la incorporó del suelo diciéndole -mamá, vámonos, aquí no volvemos-.

    Tiempo más tarde un campesino que conocía a mi familia, le contó a mi padre cómo mi abuelo forcejeó con los asesinos hasta conseguir arrebatarles un fusil que entregó a otro de los que fueron fusilados, pero no sabía matar, quizá no sabía disparar. En la lucha mi abuelo arrancó de un mordisco un trozo de oreja a uno de los falangistas asesinos.

    Mi abuela dio a luz a Salu, la niña pequeña, siete meses después del crimen.

    Lorenzo Posadas, padre de Salustiano, "quedó traumatizado y perdió la cabeza" por haber perdido a su único hijo varón.

    La esposa del delator, poseedor de vehículo y de taller mecánico, llevó a mi abuela un presente recién había dado a luz a la hija nacida huérfana y en un intento de allanar remordimientos aquella mujer justificaba que su marido había sido obligado a "hacer la saca" para tan solo llevarlos al cementerio, que de lo contrario no lo habría hecho, mi abuela le respondió: "pero tú aun tienes a tu hombre" y sin más rechazó el presente.

Salustiano: Trabajar y trabajar
     En el pueblo de Guijuelo, la "honorable" Guardia Civil y el "honorable" Ayuntamiento, junto a "honorables" curas y monjas de la época y lugar, lejos de sentirse cómplices y culpables por no haber evitado el crimen, durante años dedicaron mucho tiempo y esfuerzo a humillar a las familias de los asesinados.

     El delito de Salustiano Posadas Chapado, por el que nunca se le juzgó pero sí se le ejecutó, fue manifestar su apoyo a la Segunda República española, abogando ante los vecinos que el mejor remedio para celebrar el día del trabajo es Trabajar y trabajar. (Véase el periódico El Adelanto de 6 de mayo de 1931)

    El 13 de mayo de 2013 murió mi padre Lorenzo Posadas Díaz con su alma herida desde los siete años, nadie le pidió disculpas, ninguna institución pública le ayudó jamás. Siempre recordó y amó a su padre y así nos lo hizo saber a nosotros.


Mi agradecimiento a la asociación Salamanca Memoria y Justicia

 



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16 comentarios:

  1. Jo Tito,se me rompe el alma.Sé la historia desde que era niña y hoy todavía no puedo evitar emocionarme.Que pena todo.Cuanto quiero a papá.

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  2. Me emociona y me entristece esta historia desgraciadamente tan repetida, me emociona también el sentimiento que se desprende del poema. Lo reenviaré a nuestra asociación de Memoria histórica de Sanse, seguro les va a emocionar también, Un fuerte abrazo.

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  3. Emocionante homenaje a tu padre el texto y el poema son desgarradores, imagino el dolor de tantos y tantos en esa época.
    Mi padre nos contaba como fusilaban impunemente a miles de inocentes.
    Almudena Grandes cuenta en sus libros estos y otros atropellos que los del yugo y las flechas ahora olvidan que cometieron.
    En hora buena Alberto.
    Abrazos, Alex.

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  4. Primo muy bonito y es la misma historia que recuerdo me contaban nuestra abuela muchas tardescyan merendamos sentados en la puerta de casa mientras la abuela hacía ganchillo y decir que esos sinvergüenzas le quitaron a mi madre el placer de conocer a su padre y a nosotros sus nietos el no poder oír sus historias y estar a su lado todo gracias a unos malnacidos

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  5. Padre, Tu habilidad para escribir historias bonitas siempre ha sido una de las cualidades que más admiro en ti. Cada vez que leo tus relatos, siento cómo me transportas a mundos llenos de magia y emoción.

    Tus palabras tienen un poder especial, papá. Son capaces de despertar emociones, de hacernos reflexionar y soñar.
    Abuelo te llevo en mi alma todos los días de mi vida.

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  6. Que bonita historia. Sabía que al bisabuelo lo fusilaron, pero no sabía el porque. A tu tía Carmen también le dolió su asesinato

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  7. Muchas gracias por vuestra acogida y comentarios.
    Recordar y homenajear a los nuestros que sufrieron y por ende a los miles que estuvieron en las mismas circunstancias.
    Si alguno tiene interés en contactar personalmente puede hacerlo a través del Mi Perfil (al final de esta página) o directamente al correo aratosconpalabras@gmail.com

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  8. Es una historia increible a pesar de ser la de miles y miles de españoles. Salustiano ha tenido un nieto para contarla y darle forma poética a la crueldad. Pone la piel de gallina.

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    1. Como siempre me dejas sin palabras para expresar mi admiración al saber componer tan extraordinariamente este relato de una realidad tristemente repetida en tantas y tantas familias, y no por eso menos dolorosa.........impresionante el poema dando voz a tantos sentimientos. Gracias por hacer visible tanta envidia y ruindad del se humano. Un abrazo

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  9. Gracias nuevamente a todos los que habéis leído, puesto comentario, a los que me habeis enviado un correo y a los que me han comentado verbalmente.
    Creo que el objetivo de homenajear, reconocer y recordar se ha cumplido. Muchas gracias

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  10. Gracias Pancherifans, me ha costado saber quien eres pero lo conseguí. Estoy de acuerdo contigo,
    mi tía Carmen también sufrió lo suyo y en mi sentido homenaje ella está incluída por su bravura, fortaleza y calidad humana, pocas mujeres de la época han tenido el arrojo de enfrentarse a la vida como lo hizo ella.

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  11. La tía Carmen una mujer adelantada a su tiempo.Un ejemplo de fuerza y de lucha.

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  12. Gracias por ponerle palabras a tantos sentimientos. Mientras te leía les he sentido a todos ellos. Cuanto sufrimiento dejaron. Nos quisieron enterrar y no sabían que éramos semillas.

    Te quiero papá, me encanta como escribes

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    1. Gracias cielo por tus palabras, son un estímulo para seguir escribiendo

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  13. Impresionante, tío. Cada vez que lo leo me sigo emocionando. Admiro muchísimo la capacidad que tienes para relatar y expresar esta historia tan dura y cruel que vivió el abuelo, tu padre. El abuelo estaría muy orgulloso de ti. Eres admirable.

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  14. Gracias cariño, de lo que seguro estará orgulloso el abuelo es que vosotras albergueis en vuestra memoria lo ocurrido y evitar así el olvido con el mismo sentimiento que él nos trasladó.

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