(Poema)
Epifanía
La luz de una ventana me ciega,
hay una cortina abierta que nadie cierra,
salgo al balcón y el suelo se dobla.
Me caigo, intento agarrarme pero me caigo,
queda lejos el abajo,
en mi mente se suceden los errores
como líneas de arado.
Doy tumbos caprichosos en volandas,
el vértigo me aprieta el vientre
y atraviesa mi garganta.
Me caigo, intento clavar mis uñas
pero solo agito mis brazos.
Grito y la voz que me sale
vuelve a meterse en mis adentros,
siento el frío en la cara
y me araña el viento.
La pared vestida de ladrillos
se repite en trazos gruesos.
Todo se mueve junto al aire,
mi horizonte es plano,
abajo no me espera nadie.
Ya no queda lejos el destino,
el corazón me acompaña por fuera del pecho,
seré el ariete de un asfalto desgarrado.
El final avanza,
tan rápido como el sol se declina
en las tardes de invierno.
Quizá, si en el último instante flexiono mis piernas
quizá, si me dejase rodar...
antes de que doblen las campanas
podré evitar el fatídico viático.
-¡Vaya...! ¡Soñaba!-
Parece que el alcohol de anoche
no sació mi alma
apenas unos cristales rotos
junto a los pies de mi cama.
Me bajo del lecho hasta mis zapatillas,
abro los ojos,
no es una alfombra lo que piso,
es el perfil de una barandilla
meciéndome en leve equilibrio.
Domina el púrpura en mi pensamiento.
Continúa la pesadilla en la que soñaba
¿Cuál es mi destino?
Mi vida ha sido solo un hueco abandonado
en medio de la nada
¿Cuál será mi legado?
No tuve hijos ni tengo amigos,
no seduje a mil mujeres
ni anduve por mil caminos.
-¡Vaya! ¡Ahora por fin me despierto!-
Sobre el recinto de Morfeo
pienso el ensueño como una revelación:
el mundo es más grande
de lo que cabe en mi cabeza,
el límite de mi universo
siempre esta en su comienzo,
el cielo de ayer fue hermoso
y hoy volverá a serlo,
los dioses jugarán conmigo solo si juego.
Sí, quisimos serlo y no lo fuimos,
sí, no habrá nada más eterno que sus besos,
sé que no abriré el sepulcro con suspiros.
No quiero perseguir un futuro que ya es pasado,
pintaré de colores su ausencia,
buscaré las tentaciones que aun no llegan,
viviré a sorbos esta espera.
Se disolverá en el recuerdo su presencia,
se desvanecerán sus pupilas teñidas de otoño,
se difuminarán su aroma
y los pliegues de su rostro.
El aire que ayer besó las montañas
se posará fresco en mis brazos
rescataré las palabras
que ayer se arroparon de silencios.
Mil ideas me asaltan
ocultando mi anterior pensamiento.
Sí, lo sé, era un amor cansado,
otros dedos tendrán que tañer las cuerdas
de nuestro arpa desgastado.
Sí, no hay revelación,
tampoco requiebros ni barro.
Sí, seré un guerrero tras el sosiego,
un final no es mi anhelo,
se acaba una historia
y comienza otro espectáculo.
Con mis alas recortadas podré caminar,
el recuerdo de su sonrisa me servirá de aliento.
-¡Sí, estoy despierto!
Sí, viviré sabiendo
que no habrá nada
más eterno que sus besos.
Epifanía = Revelación
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Muy bonito.
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